observatoire des sondages

La embriaguez de las encuestas (Prefacio a la edición latinoamericana)

Martes 24 de marzo de 2015, por Alain Garrigou

Si se cree que bastan cifras para dar cientificidad y que la democracia funciona mejor mientras mas a menudo se expresa la «opinion pública», las encuestas constituyen un beneficio. Este libro asegura, por el contrario, que son una parodia de ciencia y que perjudican a la democracia en la medida en que proliferan y organizan la credulidad. No se trata de cuestionar los métodos cuantitativos en las ciencias sociales ni de recusar en principio la existencia de una opinion, sino de comprender los mecanismos y efectos de la producción industrial de artefactos, de opiniones que no existirian sin las encuestas, de la alianza entre dinero y poder que se burla de todo rigor metodológico, mientras respeta las apariencias, y de toda reflexión sobre la existencia o la inexistencia de una opinion pública.

Junto con apoyarse en trabajos y datos de otros paises, La embriaguez de las encuesias se focaliza en Francia debido al con texto électoral 2006-2007 y a la convicción de que dicho pais esta a la vanguardia en esas materias. En ninguna parte se hacen tantas encuestas politicas y en ninguna parte es tan importante su rol. Corno au men ta su progresión en el mundo, no es absurdo pensar que la situaciôn francesa prefigura Io que puede ocurrir en otros paises, comenzando por los de América Latina, que desde hace menos de veinte aüos han entrado en la era de las encuestas.

¿Confirmaron las elecciones francesas de 2007 los anâlisis que se hacen en este libro? Y en primer lugar, ¿Confirmaron la nueva idea recibida según la cual «las encuestas se equivocan regularmente»? Después de la primera vuelta presidencial, como el orden de llegada y la distancia entre los distintos candidatos fueron considerados bastante exactos, algunos periodistas y politólogos y todos los encuestadores cantaron victoria: «Las encuestas no se habian equivocado». Por cierto que la votación de Jean-Marie Le Pen fue considerablemente sobreestimada y se subestimó la distancia entre los dos primeros candidatos, pero el orden estaba bien. En relacién con el fiasco de 2002, era un éxito relativo. Sin embargo, dicho acierto fue seguido inmediatamente por los resultados de la primera vuelta de la eleccién legislativa que evidenciaron una enorme subestimación de la abstención (39,6%). Y una semana después, las proyecciones de escanos parlamentarios provocaron comentarios irónicos.

En todo caso, nadie sostiene que las encuestas se equivocan permanentemente. En caso necesario, la suerte podra anular ese veredicto. Si la idea recibida se mantiene siempre después de esta última puesta a prueba, eso ocurre porque su exactitud importa poco: la prueba de la elección juega a favor de las encuestas, incluso cuando se equivocan, al dar la impresión de que pueden ser verificadas. Los encuestadores apenas sufren con sus fracasos. Desde el mes de septiembre de 2007, las cotas de popularidad y otros barémetros de opinion concitaban nuevamente la atencin de los medios.

También se pudo verificar que nuevamente los candidatos fueron seleccionados mediante la combinación de encuestas y medios. Sin duda, eso no era dificil de ver en quien gano la elección, porque Nicolas Sarkozy llevaba años aplicando una estrategia de conquista de su partido mediante una practica sistematica de anuncios destinados a la opinion pública, es decir a través de la prensa y de encuestas. Su apuesta fue tan exitosa que la continúa ahora desde el poder como si no hubiera mayor diferencia entre conquistar votos y gobernar. El éxito no favorecló en cambio a Ségolène Royal, cuya estrategia de subversion de las relaciones de fuerza al interior del partido socialista también se fundó en el uso de encuestas. El tema parecia apenas dudoso, como Io sugiere claramente el libro, lo que fue ampliamente confirmado por la muy favorable votación interna obtenida por la candidata. En cuanto al «tercer hombre», las tentativas frustradas del 2002 triunfaron esta vez con la candidatura de François Bayrou.

Otra afirmación del libro fue verificable más fácilmente. Si la inflacion de encuestas no se limitara solamente a las encuestas polîticas, sino a todas y también a los estudios de mercado, hubiera sido incoherente que el ruimero de encuestas preelectorales no aumentara también, ya que jugaron un rol creciente en la elección. Ahora bien, la comisiôn de control examinó, en 1988, 153 encuestas preelectorales; 157 en 1995 y 193 en 2002. En el mes de noviembre de 2006, su presidente anunció que no se harian mas encuestas que las que se habîan realizado en la elección precedente. Sin embargo, al término de la campafia presidencial se habian realizado 293 encuestas.

La obsesión por las encuestas justifica la frase de que en Francia ya no se piensa, se cuenta. Si la campaña electoral presidencial ha interesado a los ciudadanos, ¿no ha sido como la copa del mundo de cualquier deporte con sus marcadores y sus comentarios rituales? El universo mediático de las encuestas apunta sus focos sobre las personas y no sobre los programas y las ideas, sobre las peripecias personales o conyugales y no sobre los problemas de la sociedad, sobre los puestos ocupados en la carrera y no sobre la coherencia y el valor de las proposiciones. La presencia universal, espontánea y previa de una opinion pública sobre cualquier cosa hace vano el pensamiento racional, sostiene esta ilusión de democracia en la que -contrariando su definición clasica-, las opiniones existen sin que se hayan forjado en el debate y valen todas sin necesidad de ser demostradas. Esa es una de las grandes imposturas del sigle que comienza, cuyos beneficiarios son évidentes, como también lo son las vίctimas.

La elevada tasa de participacion en la elección presidencial francesa provoco, no obstante, el habituai concierto de comunicados de victoria de la democracia. Seria fácil retrucar que la participación electoral puntual no basta para establecer el estado de salud de la democracia, porque, con ese criterio, una participación del 90% seria todavia mas democrática, pero lo seria menos que la de un 95% y que un 100%. Ademàs, la fuerte abstención en la elección legislativa confirmé mas bien lo contrario, es decir, se observa una baja en el largo plazo en todas las elecciones ... salvo para la elección presidencial. A este respecte, las elecciones francesas de 2007 han dejado un gusto amargo que no es por el triunfo o el fracaso, sino de inquietud por la democracia.

Este libro ha generado una viva discusión sobre la campaña electoral. El autor ha sido acusado de incompetencia, como lo habla anticipado, porque para los encuestadores, todo critico es incompetente por naturaleza. No podia ser sino obra de una sociologia sectaria que revela malignamente intereses y lôgicas. Aseguran que no habia concertación entre encuestadores ni entre encuestadores y periodistas, convencidos probablemente por sus profundas enemistades. En sίntesis, una nueva teoria del complot. Pero, como se han encargado de recordarlo algunos malos espίritus, ¿es necesario que los relojes se pongan de acuerdo para dar la misma hora? Sin embargo, eso pasa entre los humanos. Si Uega el caso, se aseguran de no encontrarse entre enemigos en los platós de televisión. A veces se aseguran también de imponer los invitados.

Además, la crίtica era inconveniente porque nombraba personas para designar su posición profesional y social o porque citaba sus abrumadores designios. Quiere decir entonces que el delito es la descortesia, a menos que la crίtica se rebaje al nivel de una charla de café. Las indignaciones son divertidas cuando provienen de un medio profesional cuya principal cualidad no es la suavidad de trato. Ciertamente, hay que citar los nombres porque es ley en un trabajo crίtico y obligación en una sociologίa de élites en que los nombres, como las posiciones sociales, son necesarios para su legibilidad y validación. A la inversa, los nombres propios pueden ser poco esclarecedores para lectores de otros paises. Se ha pretendido indicar las «cualidades» sociales a fin de permitir reemplazarlos por otros ya conocidos o que Io seràn pronto en otros paises. Una de las caracterίsticas de las élites es, actualmente, que muchos de sus miembros son públicos porque estan muy presentes en los medios.

Hay un punto en el cual el autor siente que puede haberse equivocado: con gusto habrίa apostado al silencio mediatico y no a la repercusión que ha tenido el libro. Es verdad que el medio periodistico es di verso; sin embargo, los estrechos vinculos entre encuestadores y periodistas politicos permitian augurar la indiferencia. Por otra parte, uno de los encuestadores más mediatizados, admirado por este eco de la crίtica, aseguraba que esta vez unos periodistas habian querido hacer diabluras. ¿Serίa ingenuo pensar que deseaban manifestar más exigencia profesional? No está prohibido esperar que el uso ciudadano de las encuestas sea mejor manejado. En Francia, ya se trata de curar, pero, por otra parte, tal vez sea aún posible prevenir.

Alain Garrigou